domingo, 21 de enero de 2024

Kijani Capitulo 54

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Capitulo 54

 

La verdad es que Kneck no había logrado reponerse de la brutal sorpresa. Dentro de la tienda, en la que se alojaba, habían entrado cuatro hombres; dos de ellos eran los consortes reales de Irca y uno más, su padre: Hidekkel. El cuarto era a quien Kneck no podía quitarle la mirada de encima; un enorme hombre de intensa piel oscura que había permanecido en silencio, mientras padre le daba una muy extensa explicación… ¿De qué estaba hablando padre?

 

 — Cariño — interrumpió el enorme hombre de tez oscura —, nuestro cachorro no escucha.

 

Hidekkel puso más atención a su hijo y pudo darse cuenta de lo sorprendido que estaba, entonces suspiró y se adelantó para tomar ambas mejillas: — Kneck, esto es muy importante.

 

— ¿Realmente es papá? — Kneck había usado un tono de añoranza que sirvió para que todos entendieran.

 

— Soy tu padre — confirmó Larhz.

 

El joven se revolvió con incomodidad, liberándose del gentil tacto de Hidekkel.

 

— Qué bueno que estés con vida — su mirada vagó directo a Shava, quien había observado todo en silencio.

 

— Y los demás se preguntan la razón por la que soy tan desconfiado con los forasteros — ironizó Shava —. Al final tenía razón, ya que dos Morgals llegaron a Irca.

 

— Y ahora resulta que dos descendientes Morgals están en la cercanía — completó Miwo.

 

— Es eso lo preocupante, ¿no? — Hidekkel trató de volver al tema que los había llevado hasta la tienda de Knekc —. El ataque de Tassen debe ser tomado en consideración, más si ocurrió hace días. No creo que se haya retirado.

 

La información pareció turbar más al joven.

 

— ¿Por qué querría hacerme daño? Somos hermanos. Nuestro deber es protegernos y ayudarnos.

 

— Tu hermano no ha sido criado bajo preceptos Ingrawn, además no sabemos lo que Tarah le dijo. Que nos haya mentido, asegurando que el bebé había muerto, y luego hacer de todo para llevarse el cuerpo, ya habla mal sobre sus intenciones.

 

— Y para evitar una desgracia — intervino Larhz —, me quedaré y estaré al pendiente.

 

— Sigue sin gustarme ese plan — bufó Miwo — ¿Por qué no buscamos al mocoso y acabamos con esto de una buena vez?

 

Shava estuvo a punto de rebatir la idea, sin embargo, se detuvo y miró a ambos consortes de Ingrawn.

 

— Miwo tiene razón — concedió —. Está bien que deseen manejar la situación, ya que es su hijo, sin embargo, no hay necesidad de alargar todo esto, cuando al final habrá un encuentro y tendrán que hablar lo que sea que esté ocurriendo. Da igual si la charla ocurre dentro de Irca o en Ingrawn.

 

— Además de la posibilidad de provocar histeria en la aldea, con un Morgal escondiéndose entre las sombras — ironizó Miwo, provocando que Larhz dejara escapar una agradable risita —. No hay necesidad de una espera dramática.

 

— ¿Y cómo vamos a encontrarlo? — Hidekkel no lucía tan convencido.

 

— Esa es la parte fácil — aseguró Miwo con orgullo —. Su trabajo es neutralizarlo — señaló a Knekc — Tú te quedas — ordenó y todos comenzaron a caminar, dejando al joven confundido.

 

— Espero que tu plan no incluya golpear al chico — Shava enarcó una ceja, al notar el buen humor que tenía su pareja.

 

— ¡Es prácticamente un desconocido hasta para sus padres! — se defendió el pakhupra — ¡No sabemos las intenciones que tiene!

 

— Es verdad — concedió Hidekkel —. No creo que actúe pacífico y se deje llevar a Ingrawn.

 

— ¡Andando! — Larhz dejó ver un gesto determinado.

 

Shava hubiese esperado que el mismo Miwo de encargaría de rastrear al intruso, sin embargo, todos terminaron frente a un sorprendido par de gemelos, donde fue más sencillo explicarles el plan que tranquilizarlos por la imponente presencia de Larhz.

 

La verdad es que Shava admiró que Valder no atacara directamente al Morgal, ante la primera muestra de temor de su hermano. Y no tuvo duda que el ligero gesto de dolor en el hombre, fuera causado por los mismos gemelos, quienes no apartaron los ojos en él, con las cejas fruncidas.

 

El mismo Shava habría hecho lo propio, tenía que admitir; aunque ya profundizó en los pensamientos de la vieja Warh, no pudo evitar hacer lo mismo con el hijo.

 

— Esto es totalmente imprudente — reclamó Valder, señalando sin disimulo a Larhz —. Vas a provocar que nos ataquen, sin detenerse a averiguar las intenciones del morgal, por muy legítimas que sean.

 

— Razón de más para terminar con la situación — insistió Miwo con fastidio —. No estaría perdiendo el tiempo con ustedes dos, si yo pudiera rastreas las vibraciones del chico con exactitud, pero veo que el resultado ha sido peor. Si no se sienten capaces de pasar por alto la presencia del consorte del líder Ingrawn, para iniciar la búsqueda, deberé aceptar el plan de este hombre — señaló a Larhz — y darle un sitio donde pueda quedarse.

 

El gesto de desagrado se acentuó en los gemelos.

 

— ¿Y qué harás, en cuanto encontremos al chico? — acusó Valder — ¡Estoy harto de que los Morgals nos causen problemas!

 

— No es problema nuestro — bufó Miwo —, podré echarlo, junto con sus padres.

 

Shava le pegó a su pareja.

 

— No hay problema — tranquilizó Hidekkel —. Acortar el tiempo de la estancia de mi consorte, aumenta su seguridad.

 

— ¡¿Su seguridad?! — se indignó Valder — ¡No fuimos nosotros quienes iniciamos una guerra! — protestó con enfado y señaló al enorme Morgal — ¡La ambición de ellos fue que lo que causó su extinción!

 

La verdad es que Shava esperaba esas palabras de Valder. Lo que su hermano gemelo había sufrido, no era algo que podía exigirle olvidar. El mismo Shava se horrorizó ante la posibilidad de padecer la angustia de Shuzhek, a través de su hijo Van.

 

Lo que Shava no esperaba, fue el rápido bofetón que Valder recibió y le giró la cara.

 

El pakhupra lucía tan sorprendido, que sólo atinó a tocar la mejilla atacada y clavar los ojos en Larhz.

 

El gesto del alto hombre era sereno, sin embargo, había una chispa de enfado en su mirada.

 

— Ya estoy cansado de escuchar reproches por los errores de otros — dijo Larhz —. La casta real, arregla sus problemas con castas de igual linaje, pero puedo hacer una excepción, contigo… Ya que el jefe irca no ha expresado inconveniente, no veo el problema en batirme con alguno de los hijos de Tuk Dragan.

 

Fue Aras quien hizo el primer movimiento, lanzando un puño que conectó dentro de la palma de Larhz. Se liberó de inmediato para patear la barbilla del hombre, dando una voltereta hacia atrás con la que puso distancia y volvió a incorporarse, para extender ambas manos en su dirección. 

 

— ¡Aras, no! — ordenó Miwo, adivinando que el hombre acabaría con el cerebro del Morgal; lo que no esperaba, era ver una enredadera que atrapó ambos brazos de Aras y envolverlo por completo en un capullo que había crecido demasiado rápido.

 

— Me preguntaba cómo habían sobrevivido — susurró Shava, viendo eso mismo, mientras Aras gritaba de indignación y Larhz lograba esquivar un golpe lanzado por Valder.

 

— Yuki no lo describió como un gran luchador — Miwo observó con igual atención —, pero creo que me interesa llevar al límite esas habilidades.

 

— Compórtate — regañó Shava, hasta parpadear y darse cuenta de algo —. ¿Y no vas a detenerlos? — cuestionó, justo al tiempo que Aras se liberaba, no sin dificultad, y se unía a su gemelo en un movimiento unísono con el que lograron sorprender a Larhz y le golpearon el pecho, empujándolo hacia atrás, aunque eso mismo fue lo que dio la oportunidad al morgal para tomar ambas muñecas y lanzarlos contra una rama con la que fueron golpeados, luego de que se moviera “sola”.

 

— Pensaba unirme — murmuró Miwo con un notable puchero —, pero el jefe de Ingrawn no lo ha hecho

 

Shava miró a Hidde, quien lucía igual de atento y sereno. De hecho, parecía disfrutar ver a su pareja en acción.

 

— Pero qué raro es que no te unas — observó Shava.

 

— No es hábil en combate — murmuró Miwo —, pelear contra un montón de ramas no llama mucho mi atención.

 

— Cierto. Recuerdo que me obligaste a usar mis habilidades físicas, la primera vez que peleamos… Aunque creo que esas plantas te pondrían en problemas — señaló, viendo que Valder había sido perfectamente inmovilizado, mientras Larhz se movía, para ir a atrapar a Aras.

 

— Para todo hay una forma — Miwo sonrió cuando Aras logró conectar un nuevo golpe en el rostro del hombre y enganchar el brazo de su cuello. De no haber sido tan menudo, pudo haberlo derribado, ya que Larhz dio un traspié, sin embargo, el tamaño jugó contra Aras, quien se vio sometido contra el suelo, bajo el peso del enorme hombre.

 

— ¿Ha quedado claro? — bramó Larhz con la respiración agitada. Un hilo de sangre brotaba de un certero golpe que le había partido la ceja izquierda y se notaba que aplicaba fuerza para evitar que Aras lograra escapar.

 

Aras dejó de luchar, ello aminoró la fuerza que lo aprisionaba y coincidió con la liberación de Valder.

 

Larhz se incorporó lentamente y Hidde se acercó para limpiar la herida, con una orilla de su propia vestimenta.

 

— ¿Y bien? — suspiró Miwo hacia los gemelos, que se habían acercado uno a otro, evaluando los daños y murmurando entre ellos.

 

Ambos gemelos señalaron hacia una dirección: — Mejor se apuran — dijeron al mismo tiempo.

 

— Sus vibraciones se están moviendo — Valder bufó.

 

— Y no se siente contento — completó Aras.

 

No terminaron de escuchar esas palabras, cuando los cuatro hombres salieron rápidamente hacia la dirección señalada. A Miwo no le sorprendió que encontraran pronto a su objetivo; las palabras de los gemelos habían dado a entender que el chico que buscaban, estaba al pendiente de acontecimientos relevantes y el encuentro de dos líderes y sus consortes, debieron llamar su atención lo suficiente para convencerlo de huir como lo hacía, ese momento.

 

Un pesado silencio se extendió en el sendero donde los cuatro lograron detener el escape y acorralar al muchacho que les observaba expectante, sin duda buscando un hueco para poder huir. Fue Shava quien decidió extender una mano de la que se formó una sombra que corrió hacia el joven. El cabello del chico se extendió en dirección de la sombra, pero no encontró algo sólido a lo que pudiera atacar. En cambio, la sombra le golpeó de lleno.

 

Larhz. Hizo crecer una maldita flor que dejó volar todos sus pétalos sobre el rostro del muchacho e instantes después Miwo lo vio caer inconsciente.

 

— Pudiste hacer eso con los gemelos — bufó Miwo, viendo que Hidekkel se acercaba a tomar a su hijo con delicadeza.

 

— No creo que eso los dejara satisfechos — Larhz se encogió de hombros —. Estaban muy enojados con mi sola presencia. Tenían que lograr golpearme un poco.

 

— Vas a acabar más que sólo golpeado, si tratas de compensar a todo Irca — ironizó Shava.

 

— Tengo mejores recursos por ofrecer a Irca, que sólo ser golpeado — sonrió Larhz.

 

— Cierto — suspiró Miwo —. Jamás había visto crecer tantas plantas en un solo día — miró al chico con atención —. Cariño, dijiste algo de los cabellos de Kneck. Convendría una charla neutra.

 

Shava suspiró, ya que no le gustaba mucho esa idea. Fue extraño caminar hacia la cabaña de Shuzhek, quien les invitó a pasar, como si recibiera visitas de Morgals “extraviados” a diario.

 

— Siento que exagero, viéndote tan tranquilo — ironizó Shava; viendo a Shuzhek acercar un cuenco con licor a un sonriente Larhz.

 

— ¿Quieres que inicie una pelea, como hicieron los gemelos? — se rio Shuzhek —. Estoy seguro que Aras y Valder consiguieron saber lo que necesitaban.

 

— Hay veces que siento que de nada me han servido todos esos años que viví siendo el supuesto líder — lamentó Shava, mientras miraba a Larhz, que hacía suaves caricias al cabello de su hijo inconsciente —… Y sigo cometiendo errores con las personas que nos rodean.

 

— Deja de ser tan duro contigo mismo — consoló Shuzhek —. Ser líder es más difícil de lo que muchos lo hacen ver — caminó hasta donde todos esperaban y fue recibido por un nervioso Galluk quien apenas apartaba la mirada del alto Morgal. —. Es mayor para tratarse del amor de Van — observó con serenidad y posó la mirada en Hidekkel —, además parece tomado.

 

— Larhz es mío — proclamó Hidekkel sin dudar.

 

— Van no lo conoce — suspiró Miwo —. El otro Morgal, se llama Yuki.

 

— ¿Yuki es un Morgal? — se sorprendió Galluk.

 

— La casta real se distingue físicamente de los demás Morgals — ofreció Larhz —; tal como ocurre con los pakhupra — señaló a Shava, quien bufó.

 

— El color de ojos no llama tanto la atención, como un tono de piel y cabello — Shuzhek parecía realmente encantado —. Incluso poseen habilidades que destacan. Sin embargo, no recuerdo haber detectado vibraciones como estas, cuando invadimos Morgal.

 

— Ya nos habíamos retirado — Larhz se encogió de hombros —, escapamos con Yuki, cuando apenas nació.

 

— Creo que conozco esa sensación —aceptó Shuzhek —. Escapé de la ciudadela pakhupra, decidiendo no ser coronado.

 

Shuzhek se acercó al joven que permanecía dormido y acercó la mano hasta su cabello, al instante se vio una reacción en las hebras, que serpentearon agresivamente, logrando hacer una herida.

 

— Es una cabeza llena de conflictos — sonrió el pakhupra.

 

—El cabello de mi hijo tiene cualidades bélicas — susurró Hidekkel —. Es una cualidad Ingrawn, pero no sabemos cómo dominarlo, más que en nosotros mismos.

 

— Nirac tomó esa cualidad del otro chico, así que pensamos que podría ayudar — explicó Miwo.

 

— Mejor no dejar que alguien tan joven, cargue con tanto — murmuró Shizuek y volvió a tocar la cabellera del joven, esta vez, metiendo los dedos hasta el cuero cabelludo. El joven emitió un doloroso jadeo que lo despertó al instante y Larhz tuvo que sostenerlo, mientras se sacudía. Entonces todo volvió a calmarse y el cabello de Shuzhek se movió en un ondeo, hasta quedarse quieto.

 

— No sabía que también pudieras hacer eso — murmuró Shava.

 

— Debiste sospecharlo, si lograste “compartir” vibraciones conmigo — dijo Shuzhek travieso —. De todos modos, Nirac es más hábil con esto, ya que nació con ese don; yo tardé en aprenderlo — miró a Hidekkel — ¿Ocupan ayuda con la mente del chico? Los gemelos son buenos con eso.

 

— Larhz acaba de darles una paliza, dudo que quieran ayudar — ironizó Miwo.

 

— Aras y Valder no son del tipo rencoroso — defendió Shuzhek.

 

— No permaneceremos mucho tiempo en Irca — negó Hidekkel —. La apariencia de mi consorte podría causar mayor dificultad.

 

— Es inevitable — reconoció Shuzhek —, es un asunto que debe ser tratado con mucha inteligencia.

 

Galluk se acercó a su pareja y ambos vieron a los cuatro hombres, partir con su joven carga. Lo hicieron sigilosamente, tal como habían hecho para llegar.

 

— ¿Por qué confías en ellos? — quiso saber Galluk —. Son Morgals. Justo la casta real; sus habilidades podrían volver a causarnos dolor… Quizá más, ya que poseen habilidades mayores a las que lograron hacernos pasar por todas las penas que vivimos con Kara.

 

— Precisamente porque son la casta real — Shuzhek permanecía sereno y giró para volver al interior de su vivienda —. Pensar que existe, en otras razas, me hace sentir menos solo e indefenso.

 

— ¿Estás siendo empático sólo porque ambos pudieron ser reyes? No le encuentro sentido.

 

— Porque no eres parte de la casta real — dijo el hombre, sin tratar de ofender a Galluk —. Padre menospreció al antiguo líder Irca porque no era de la casta real, sólo era el jefe de Irca. Tengo gravada en mi cabeza la idea de que soy especial, porque mi sangre así lo dicta… — guardó silencio —. Hasta el día en que conocí a la reina de los Trhia, pensé que sólo se trataba de la palabrería de mi loco padre, quien deseaba controlarme por todos los medios posibles. Ella, cómo yo, pertenece a la casta real.

 

— Mi padre fue un buen líder — defendió Galluk con el ceño fruncido.

 

— Es su naturaleza, no su sangre. Mi padre, siendo líder, tomó decisiones que costaron la vida de innumerables vidas de pakhupras. Cien cachorros, absolutamente sanos y fértiles fueron lanzados al espacio — miró el basto cielo estrellado —. Padre era un jefe, pero no pertenecía a la casta real. Obtuvo su puesto por mi padre gestante, quien murió, tras dar vida a Syn.

 

— Mi padre volvió — dijo Galluk confundido — y sigo sin entender la relación. Estos Morgals, de la casta real, como llamas, no dejan de ser parte de quienes nos dañaron con cuanta oportunidad tuvieron.

 

— Estos Morgas — puntualizó Shuzhek —, pertenecientes a la casta real, huyeron de los Morgals que nos atacaron. Fue lo mismo que hice yo… hui de mi padre. Algo me hace estar seguro de que no hay maldad en aquellos que forman parte de la casta real, es por ello que se les brinda excepcionales capacidades, dones y poder… Desde que fui pequeño, pude comprender que mis acciones debían preservar la vida de mi gente… cuando perdí a mi hermano, me encontré con las manos vacías, ya no había nadie que mereciera mi protección y decidí abandonar todo… tal como hicieron esos Morgals de la casta real.

 

La verdad es que Galluk no se veía del todo convencido y Shuzhek le tomó gentilmente para guiarlo al interior de su cabaña.

 

— Ven conmigo, apuesto hombre — le susurró — yo te haré comprender las habilidades de las que estamos dotados los nacidos de la casta real.

 

Galluk frunció el ceño.

 

— ¿Estás tratando de seducirme?

 

— Me está frustrando que lo preguntes — rio Shuzhek y tiró de él hasta la privacidad de su habitación, donde le besó suavemente y se vio envuelto por los fuertes brazos de Galluk.

 

— ¿Qué te parece si te ayudo? — ronroneó Galluk y caminó hasta donde su pareja guardaba sus cosas, estirando una mano hacia donde sabía que guardaba sus adornos y bisutería que usaba en raras ocasiones. Buscó mientras ambos se besaban y rompió el contacto para mirar hacia los objetos, sin encontrar el que estaba buscando — ¿Has cambiado de lugar tu joya?

 

Shuzhek se extrañó y posó la mirada hacia donde la mano de su pareja rebuscaba. La extrañeza aumentó, viendo que Galluk revolvía más cosas y terminó apartándolo para acercarse hasta el sitio donde guardaba su preciado regalo, encontrando con que no había nada.

 

— Estoy seguro de haberla guardado aquí — susurró, frunciendo el ceño, e hizo memoria de la última vez que la utilizó.

 

— ¿Alguno de los chicos?

 

— El único que hacía eso, ya no vive con nosotros, Galluk — Shuzhek suspiró —. Alguien tomó mi joya y tuvo que ser un extraño que entró a casa.

 

— Ha habido mucha gente que entró últimamente, cariño — dijo Galluk.

 

— Para hacer esto, debió haber suficiente tiempo. No pudieron tomarla, mientras estábamos presentes.

 

— No importa — suspiró Galluk y vio que Shuzhek cruzaba los brazos y su gesto se enfadaba.

 

— Sé a quién debo pedir que la recupere — declaró el hombre y se puso de pie, para salir.

 

Galluk suspiró, viendo que su apuesta pareja escapaba. Bien, ya que supiera quién había tomado la joya, se ganaría un buen golpe de su parte.

 

 

*          *          *

 

Nirac se detuvo cuando vio a Kneck. Apenas iba camino a casa, luego de una nada agradable pelea con su primo Lain, así que no estaba con la paciencia suficiente para encontrarse con Kneck; especialmente porque el chico lucía con una necesidad ineludible de bloquearle el camino.

 

La verdad es que Nirac no estaba de humor para que Kneck le bloqueara el camino; Lian podría ser relativamente razonable, pero cuando se ponía necio, resultaba en un buen dolor de cabeza. Así que el chico ignoró todo lo posible a Kneck y rodeó su posición. Lamentablemente, Kneck anticipó eso, y volvió a interponerse en si vía de escape.

 

— Realmente no es buen momento — trato Nirac.

 

— Nuestra gente una capacidad innata — le ignoró Kneck —; un regalo que nos permite reconocer a nuestra pareja por un aroma característico. Tú eres la mía.

 

Nirac enmudeció y clavó la mirada en el joven. Si bien, había logrado decir toda esa palabrería sin tartamudear o enrojecer, ahora se miraba a la expectativa.

 

¿Y qué esperaba de Nirac exactamente? No es que el pakhupra se fuera a arrojar a sus brazos por la revelación. De hecho, pensaba en dos opciones: ir y golpearlo o comenzar a reír.

 

Optó por reír.

 

— Bien — trató Nirac, entre risas —, ahora quítate, que tengo cosas qué hacer.

 

Pero el cabrón no se quitó.

 

En serio, primero Lian con su cantaleta del amor verdadero, llegando justo a tiempo, y ahora Kneck con su estupidez de “eres mi pareja”

 

— Justo ahora debo volver con mi familia, pero…

 

— ¡Para! — ordenó Nirack y se tocó el entrecejo con impaciencia — Todo lo que estés pensando hacer para cambiar nuestra amistad, es inútil. Simplemente “no”.

 

Kneck sonrió…

 

… ¡El jodido sonrió!...

 

— Prometo que no arruinaré. Nuestra amistad, Nirac — dijo con tanta seguridad, que logró calmar al albino — ¿Puedes guardar un poco más mi habilidad?

 

— ¿No te hará falta?

 

— No he logrado dominarla del todo; me hace un blanco fácil y quisiera ser de utilidad a mis padres, si es que mi hermano logra ponérselo difícil. Volveré al entrenamiento, cuando todo esté calmado… — dudó —. A menos que te esté causando molestias o dolor.

 

— No. Mi cabello jamás había estado tan peinado, obediente y alerta.

 

— Entonces, te agradezco la ayuda, Nirac. Ahora mismo iré a recoger mis pertenencias para alcanzar a mis padres. Han dicho que esperarán por mí, pero no quiero que permanezcan mucho tiempo en el territorio.

 

Demasiadas explicaciones, pensó Nirac con ironía, quien tenía urgencia por verlo desaparecer. Finalmente pudo caminar a casa, donde se encontró con la inesperada presencia de Vick, quien parecía muy pálido.

 

Nirac se sentó a observar y enarcó una ceja cuando Padre involucró su preciada joya en la conversación.

 

— ¿Esta seguro? — preguntó Vick —, han pasado muchos días… ¿no podría estar en otro sitio?

 

— Es el único extraño que ha estado en la casa con el tiempo suficiente para tomarla, explicó Shuzhek y suspiró —, pero si no quieres asumir la responsabilidad, lo buscaré yo mismo.

 

— ¡Claro que no! —exclamaron Vick y Galluk al mismo tiempo.

 

— Ya que fue mi invitado, seré quien busque a Luc y recupere tu joya — decidió Vick, con un gesto de vergüenza que Nirac no veía a menudo en él.

 

— Te lo encargo — pidió Shizuek y el chico se retiró.

 

— Qué inesperado que alguien robara tu joya.

 

— Están pasando cosas inusuales, últimamente — aceptó Shuzhek — incluso he visto a un Morgal con genética real que le da habilidades muy admirables.

 

— ¿Un Morgal al que es posible admirar? — cuestionó Nirac, aunque no agregó más, ya que siempre vio a su padre como alguien capaz de encontrar cualquier cantidad de aspectos positivos en las personas, antes de decidir que merecían ser repudiados por sus atroces acciones.

 

De alguna manera, Nirac sabía que su padre salía de lo cotidiano y le agradaba contemplar la bondad con la que trataba a los demás, incluso si habían cometido tan estúpidos errores.

 

— Hay algo que nos mira atentamente — dijo su padre, con ese tono de voz que tanto gustaba a Nirac —. Ha visto cada tropiezo con suma atención y su amor se mueve.

 

— Eres tan romántico, papá — se burló Nirac y Shuzhek dejó escapar una agradable sonrisa.

 

— Creo que el adjetivo que busco es “paternal” y no “romántico”. Los acontecimientos han cambiado muchas ideas abominables, pero la genética no suele cambiar por capricho, al menos no la de todas las razas — se acercó y tocó el cabello de su hijo; las hebras blancas se enredaron entre los dedos del hombre, resistiéndose a soltarlos. —Sé que Kneck partirá — cambió el tema —. He tomado la cualidad del cabello de su hermano gemelo, para que no cause problemas.

 

— Lo raro es que me lo digas — bufó Nirac.

 

— Lo sé — Shuzhek abrazó a su hijo, ante esa reacción —. No te molestes demasiado, sólo estoy celoso de que encuentres a alguien.

 

— Muchos están celosos ya — se quejó el joven —. Dejen que respire, por favor. Además, Kneck no me gusta siquiera.

 

— Los adultos que te rodeamos, somos recelosos, cuando se trata de una posible pareja.

 

— Ni quiero imaginar la reacción que tendrán con el pobre de Enu, cuando alguien lo pretenda — sintió la risa de su padre.

 

— Creo que será horrible, hijo.

 

 

*          *          *

 

Flash back


Tarah se despertó con un poco de dificultad; de pronto tuvo problemas para recordar la razón por la que se encontraba en un sitio tan carente de luz, tecnología e investigadores. En cambio, solo podía ver una iluminación rústica, proporcionada por rudimentarias antorchas. Eso y rostros sonrientes de bastantes mujeres que no paraban de revisarla y tratad de hacerla sentir cómoda.

 

Un rostro masculino y sonriente que se adentró a la tienda, ayudó a que la joven recordara toda la situación y se vio devolviendo el gesto.

 

— ¿Cómo está? — preguntó ella.

 

— Han llorado bastante — informó el hombre —, ahora mismo están dormidos, luego de alimentarlos.

 

La respuesta extrañó a Tarah.

 

— ¿Cómo?

 

— Te dije que serían dos — dijo un segundo hombre, que apenas iba entrando al lugar y se acercó a ella.

 

— Pero no se logra gestar gemelos, sólo con decirlo — se quejó ella y frunció el ceño.

 

Tarah pensó en la importancia de ese hecho. Larzh insistió en que serían gemelos, pero ella no le creyó. Hubiera deseado tener acceso a la tecnología de su laboratorio para tener información sobre el desarrollo de la gestación, pero se sintió presionada por los cuidados de los padres.

 

— Quiero verlos — declaró ella, deseando confirmar lo que el alto hombre negro había dicho.

 

Hidekkel trató de auxiliar a la mujer para levantarla del tendido, aunque ella ya había logrado incorporarse. Claro que ella perdió el equilibrio y fue sostenida por el enorme Morgal, a quien tuvo que mirar desde abajo.

 

— Con calma, mujer — recomendó Larhz con una sonrisa —, esos bebés no van a escapar corriendo.

 

Tarah bufó y se dejó guiar. No fueron lejos y avanzaron a otra tienda, en donde ella vio que resguardaban a más bebés, por varias mujeres.

 

— ¿Cómo? — preguntó sorprendida, cuando la guiaron hasta el tendido donde descansaban los recién nacidos, vigilados por una dama mayor. Recorrió la vista por los rasgos de sus hijos y frunció el ceño —… Su piel no es negra — comentó, sin poder ocultar su decepción — ¿Por qué? — volteó a ver a Larhz — … Son hijos tuyos… ¿por qué?

 

Tarah guardó silencio. De hecho, el silencio se había extendido, desde que ella hizo esa pregunta.

 

Hidekkel le tocó el hombro con gentileza y la guio hacia el exterior de la tienda.

 

— Has dado a luz a dos bebés hace poco — dijo con calma, mientras los tres caminaban hacia el privado del jefe —, aunque has podido descansar unas horas, tu cuerpo debe tener más oportunidad para recuperarse. No te preocupes por los bebés; hay suficientes mujeres con leche para apoyarte con la alimentación.

 

Tarah hizo un ademán afirmativo. Entraron y ella se sentó para tomar aliento. Entonces pensó en los acontecimientos y lamentó no tener sus dispositivos para almacenar datos.

 

— Sé que son arrebatadoramente apuesto, por ni tono de piel, pero no esperaba llamar tu atención también — dijo Larhz, con picardía.

 

Tarah no sintió ánimo para sonreír.

 

— Por favor, limítate a coquetear sólo con tu hombre — ella suspiró —. Bastante rara fue la manera con la que lograste mi embarazo, usando néctar y semen… ¿Cómo lograste que fueran dos, y no fuiste capaz de hacer que salieran con tu tono de piel?

 

— No es que nos desagrade la idea de que nuestros hijos hereden la piel oscura — musitó Hiddekel —. Charlamos mucho sobre los peligros y decidimos que no podíamos poner ese riesgo en los niños.

 

— ¿Pero eso es posible? — preguntó ella con asombro. — ¿Tanto poder tiene un Morgal de casta Real? — cruzó los brazos y jadeó — Los niños…

 

— No — cortó Larhz, adivinando la línea de los pensamientos de la mujer —. Mis hijos no son parte de la casta Real Morgal… Así lo decidimos, por su seguridad.

 

— ¡Cómo! — ella lo miró sorprendida — ¡Pero son hijos tuyos! Tienen tus genes.

 

— No los tienen todos — trató de explicar Larhz —, sólo los que seleccionamos.

 

Tarah no lo comprendía. Ella siempre se rigió por datos científicos y mecánicos; así que no lo entendió,

 

¿Cómo era posible que un hombre lograra manipular la carga genética que deseaba heredar a su descendencia?

 

— ¿Por qué hiciste eso a tus hijos? — quiso saber ella —. Les quitaste la oportunidad y el poder.

 

— Tarah, querida — Larhz no parecía afectado por la turbación de Tarah, incluso lucía como si la compadeciera por algo que ella no comprendía —; el poder no siempre garantiza la felicidad.

 

La mujer no dijo nada más; de pronto se sentía muy agotada y la idea del descanso le pareció bastante atractiva.

 

Las siguientes semanas Tarah encontró interesante la convivencia con sus hijos. De alguna manera, había despertado curiosidad de investigador en ella.

 

¿Cómo había hecho Larhz para manipular perfectamente tres cargas genéticas y evitar que rasgos Morgals fueran heredados a sus hijos?

 

Además, había decidido que fueran gemelos. Ambos bebés tenían una notable carga genética Ingraw, pese a que ella había aportado su óvulo, así que no le extrañaría descubrir que Larhz había logrado excluir su aporte genético.

 

Quería saberlo.

 

Así que estudió a sus hijos cuidadosamente. El paso del tiempo confirmó algunas teorías y rechazó otras; sin embargo, ella se encontró deseando más…

 

El problema es que no eran suyos…

 

Ella había ofrecido su vientre para ayudar a ambos varones a ser padres y pronto llegaría el momento de despedirse de los niños. De hecho, había extendido su estadía con ellos, aunque sabía que ambos hombres eran demasiado amables.

 

Bueno, Tarah había ofrecido darles un bebé…

 

… y había dos…

 

Sería una pena o tener toda la información, pero podía trabajar con uno. El problema es que no imaginaba a la pareja, cediendo a uno de los niños; durante esos meses en que se quedó, pudo ver que ambos estaban absolutamente enamorados de los gemelos.

 

Tendría que buscar otra manera.

 

Tarah era una amante del conocimiento; su naturaleza ümin así lo marcaba. Eso fue lo que la acercó a Larhz desde un principio, ya que, pocos tenían la oportunidad de acercarse a la Casta Real. De hecho, los ümin sólo habían visto esa Casta Real: la Morgal.

 

Morgal se hubo levantado gloriosamente, a la vista de los ümin y los científicos más reconocidos deseaban conocer la razón. En ese entonces, visitaron la ciudadela con llamativos regalos tecnológicos que nadie conocía.

 

Claro que fueron los ümin quienes resultaron ser sorprendidos, ya que los Morgal no necesitaban de su tecnología.

 

Los ümin sabían que habían pakhupras en Irca, pero no se habían acercado a ellos.  No había nadie de Casta Real ahí, así que no les interesaba.

 

La Casta Real Morgal, eran cuatro personas. Era raro que vivieran recluidos, pero a los científicos les pareció irrelevante; sólo querían la oportunidad de estudiarlos para saber más. Sin embargo, no pudieron lograr su objetivo; la ciudadela Morgal tuvo conflictos con Irca y ellos perdieron el rastro de la Casta Real.

 

Curiosamente fue ese conflicto bélico lo que aportó más información de interés para ellos, se enteraron que había un pakhupra de la Casta Real, en Irca; justo al sitio que no le habían tomado importancia. Sin embargo, llamo la atención cuando derrotaron a Morgal, moviendo una formidable fortaleza, justo un arma que sólo la Casta Real pakhupra podía mover.

 

Fue un irónico descubrimiento ya que ümin e Ircas jamás habían establecido un intercambio comercial o buenas relaciones diplomáticas. De hecho, los ümin despreciaban que los Ircas tuviesen pakhupras, entre sus ciudadanos y los limitaran a una vida rudimentaria y salvaje. Para los ümin, fueron los Morgals quienes extendieron todo el potencial pakhupra, y les respetaron por ello. Los Morgals supieron hacer florecer todas las habilidades de biomecánica en los pakhupra que vivían con ellos.

 

Fue realmente casualidad que Tarah encontrara a Larhz. Su entusiasmo ante la posibilidad de estudiar la Casta Real, con mayor libertad, ya no tendría limitaciones de los Morgals, lo que le motivó a visitar el territorio Ingraw más a menudo.

 

Lamentablemente para ella, Larhz no estaba nada interesado en el conocimiento. Toda la energía y el tiempo del hombre, estaban puestos en el joven líder Hiddekel. Tampoco pudo saber la ubicación del resto de los familiares de la Casta Real, Larhz evadía el tema con carisma, pese a que Tarah pudo acercarse lo suficiente a él, para ser su amiga.

 

Claro que ser amiga de Larhz, supuso una ventaja inesperada que había resultado en esos dos bebés.

 

Tarah estimaba a ambos, se había acostumbrado a estar con ellos y verlos convivir. Incluso disfrutaba notar su amor, sin embargo, se había relajado demasiado.

 

A medida que los niños se fortalecían, analizó su siguiente paso. Fue capaz de notar las habilidades que ambos pequeños poseían y decidió que la información seguía siendo valiosa, aunque hubiera pocas características Morgals.

 

Además, el conocimiento era más importante que la buena relación que pudiera conservar con ambos hombres. Y, si todo salía bien, conservaría incluso eso.

 

Fue cuando los gemelos cumplieron tres ciclos, que ocurrió la desgracia. Uno de los gemelos fue perdiendo la salud y no hubo remedio que ayudara a curar sus síntomas.

 

No alcanzaron las noches en vela de todos los curanderos que Larhz y Hiddekel llevaron, para curar al niño, quien finalmente dejó de respirar.

 

Tarah no negaría el dolor que experimentó, al presenciar el evento. El llanto de ambos padres, al ver perdido al bebé, fue desgarrador y ella se vio contagiada por ello, lamentando, sollozando y maldiciendo.

 

Estuvo a punto de dudar de los ideales ümin y confesar a sus afligidos amigos la verdad. Sin embargo, logró sacar fuerza y esperó. Vio todo el ritual fúnebre, dedicado al bebé.

 

Fue hasta que vio la preparación de la pira, que intervino.

 

Convencer a los padres de llevarse al niño muerto no fue sencillo. Las ideas arraigadas de ambos, no permitían la idea de un cadáver pudriéndose lentamente, sin embargo, Tarah sabía la verdad y no podía permitir que calcinaran vivo al bebé.

 

— ¡¿Qué me dejan a mí?! — reclamó con dolor —. ¡Aunque no fueran míos, yo soy su madre!

 

Aunque logró su objetivo, aún no sabía a qué costo fue… Luego de ese evento, ella volvió con su gente y perdió comunicación con la pareja. Después ocurrió el terrible exterminio de los Morgals, a manos de un solo pakhupra.

 

Ese evento, minimizó la traición que Tarah cometió, ya que todas las miradas viraron hacia la raza pakhupra.

 

De pronto, tener a Tässen, careció de sentido. Todo estudio realizado a su pequeño cuerpo, se vieron desplazados, cuando un solo pakhupra demostró la habilidad y poder para exterminar a toda una raza.

 

¿Qué potencial podría tener la Casta Real Morgal, ante toda esa muestra de poder? Además, también ellos habían desaparecido. Tarah se acercó a mirar a Hiddekell, y lo vio solo, con el niño que le quedaba vivo. Hubiera dudado que fuera posible, pero la vista se repitió constantemente, cada que se acercaba sigilosamente a espiarlo. Aunado a ello, resultó que Shava, el pakhupra que exterminó la raza Morgal, no era de la Casta Real, pese a todas las leyendas que se levantaron en su nombre y a que ahora era pareja del líder irca.

 

Esa acción aumentó el desequilibrio que los ümin deseaban recuperar. Irónicamente, también era la clave para volver a dicho balance. Aunque Tarah dudaba que fuera a ser fácil estudiar a un pakhupra y su capacidad de reproducción.

 

Así que los estudios de Tässen cambiaron de naturaleza. Ya no importaba conocer si era capaz de rescatar alguna habilidad de la Casta Real Morgal, guardada en sus genes. Ahora se había convertido en una herramienta para servir de soldado a los fines de los ümin.

 

Pese a ello, el tiempo les acercó una inesperada oportunidad de la mano de los Xhes, quienes estaban extinguiéndose. Ellos llegaron con sus hembras, “exigiendo” ayuda. Los ümin aceptaron. Después de todo no deseaban la extinción de ninguna de las razas. Claro que no fue necesario decir toda la verdad a los Xhes. Ayudarían y obtendrían a un pakhupra indirectamente; los Xhes harían el trabajo sucio.

 

La paciencia que tuvieron, rindió sus frutos y pudieron conocer al gentil Teras. El pakhupra parecía más que dispuesto a ayudar a otros. A Tarah no le pasó desapercibido el dulce carácter del joven y aprovecharon al máximo, para que les permitiera analizar varias muestras de sangre y obtener información.

 

Todos estaban entusiasmados, al ver las características tan maravillosas de los pakhupra, lo que sólo les hacía desear más; querían conocer todo lo que fuera posible de la increíble raza.

 

Y luego del valioso tiempo de tener a Teras, llegaron ellos. El mismo Shuzhek, único ser de la Casta Real Pakhupra y el mismo Shava, exterminador de la raza Morgal.

 

Tarah no mentiría, deseaba a ambos, pero los mecanismos ümin resultaron inútiles y no pudieron darles captura. Fue un momento frustrante, pero demostró duramente a los ümin que las personas que habían dañado parte de sus instalaciones científicas, eran superiores en manejo de tecnología. Ni siquiera requerían de llaves o mecanismos extra; sus propios cuerpos danzaban en armonía para conectarse a las maquinarias y navegar entre las redes eléctricas para borrar información valiosa.

 

La mujer dudaba que pudieran recuperarse de ello. Su raza no tenía la capacidad de conectarse directamente con la tecnología; conocer una raza que lograba hacer semejante milagro, sólo les hacía ver lo inferiores que eran, ante los pakhupra.

 

¿Sabían los Irca, el poder que tenían entre manos? Los Morgals, no habían dudado en aprovechar las habilidades de sus pakhupras.

 

¿Por qué los Irca, no hacían lo mismo? ¿Por qué insistían en hacer vivir a sus pakhupra entre carencias tecnológicas? Tarah no lo entendía.

 

¿Y ahora?

 

Se había extendido un tenso silencio, desde que liberaron a Tässen. Ya debería haber una reacción, pero…

 

Sencillamente todo estaba en demasiada calma. Además, ellos tardarían en recuperar el área dañada por los dos pakhupra… si es que lograban rescatarla.


 

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