CAPITULO 52
Miwo
mentiría si dijera que no estaba nervioso. Estaba cansado bajo la sombra de un
árbol, agitando una hoja ancha para echarse aire. No hacía calor, pero sentía
que se iba a ahogar.
En
serio, eso de ser Jefe era bastante estresante, menos mal que Shava le ayudaba
bastante con la carga de la organización de Irca… Miwo se levantaba mejor ante
conflictos bélicos… y, aunque se aburría bastante, agradecía que no hubiera
tantas situaciones bélicas.
Lo
gracioso es que ésta situación no era para una pelea y lo tenía sudando de
nervios. Jamás había sentido eso al recibir a otro Jefe, ni el imbécil de Derol
le provocó tanto.
– Deja de estar preocupado – le dijo Shava,
quien comenzó a masajearle los hombros–. He escuchado muy buenas cosas del Jefe
Hidekkel.
–
Su pareja me preocupa– admitió Miwo para sí, ver a un Morgal hecho y derecho
podría despertarle emociones desagradables.
–
Por lo que Yuki dijo, el hombre es bastante sereno– Shava suspiró–. Tampoco me imaginé estar en
una situación así.
Miwo
se rió: – Y ahora estamos aquí,
esperando recibir a un Jefe y a su pareja Morgal.
– Es una completa locura – admitió Shava–. Hiciste bien en recibirlo
fuera de la aldea.
– No quiero ofender al Jefe Ingraw, pero no
creo que sea buena idea que un Morgal entre en Irca.
– No te preocupes– tranquilizó Shava– . Estoy seguro que él va a
comprender.
Miwo
acarició una de las manos de su pareja, sintiendo más confianza.
Después
de unos momentos Miwo pudo ver al Jefe Ingraw acercarse.
Wow…
era un tipo guapo. Miwo tomó la mano de Shava y se puso de pie.
El
Jefe Ingraw era un tipo alto y de figura fina y musculosa. Su cabello negro
ondeando al compás de su andar. También, resaltaba por las ropas que vestía,
tan diferentes a las que Miwo estaba acostumbrado. Increíblemente, todo eso era
nada, con el hombre que caminaba a su lado.
Yuki
lo había dicho, ese hombre era un Morgal hecho y derecho. Era un hombre alto y
fornido. También tenía el cabello negro, pero las ondas lucían… Miwo no sabía
como describirlas. El hombre poseía un interesante tono de piel oscuro que Miwo
sólo había visto en plena guerra contra los Morgal.
Miwo
reaccionó al sentir un gentil toque de Shava y, atinó a avanzar hacia el Jefe
Ingraw.
– Bienvenido a Irca – dijo.
– Agradezco sus amables palabras – Hidekkel se acercó a Miwo y le tomó las manos
en un gesto solemne–. A nombre de mi pueblo, deseo prosperidad al pueblo que
guías.
– Sus palabras nos regocijan– intervino Shava,
viendo que Miwo no sabía como reaccionar. –
Ingraw reciba igual beneplácito. –
Miró a Larhz. – Sean ambos bienvenidos. – Hidekkel extendió la mano para
tomar la de Larhz: – Él es mi compañero.
Larhz
sonrió, esa sonrisa tuvo un toque trqvieso que alcanzó sus ojos increíblemente
verdes. Se acercó con una habilidad asombrosa que los tomó desprevenidos, ya
que tomó a Miwo por las mejillas para besarlo directamente en los labios.
Shava
no alcanzó a indignarse, cuando sintió aquel beso en sus propios labios.
Acto
seguido, Larhz elaboró una elegante reverencia que sorprendió mas a Shava, ya
que se trataba de un gesto que sólo había visto en los reyes Morgals.
Un
Morgal hecho y derecho.
–
¡Hey! – reclamó Miwo.
Shava
posó la mirada en Hidekkel, quien no se veía en absoluto afectado al ver a su
pareja besar a dos extraños. Aparentemente Hidekkel tenía mayor conocimiento de
las costumbres Morgal.
– Es un placer conocer a ambos– dijo Larhz y posó sus ojos verdes en los de
Shava–. Especialmente a usted, señor Shava. Mi madre me habló mucho de usted.
– Oh–
Shava no pudo responder a eso.
Esa
era una pareja muy llamativa.
– Aplaudo que nos hayan recibido– Hidekkel se quitó una suave tela de su
vestuario y la colocó en el suelo, donde se sentó con ayuda de Larhz, quien se
sentó también.
Shava
les imitó, ya que no se sentía cómodo, viéndolo desde arriba. Miwo le imitó.
– Mi visita se debe a un mensaje enviado por
nuestro hijo, Kneck.
–
¿Kneck es hijo suyo? – se sorprendió
Shava
– Somos sus padres– aceptó Hidekkel y Larhz le tomó una mano.
–
¿Han venido a concretar un enlace? –
curioseó Miwo.
– ¡Nirac ni siquiera corresponde! – Shava regañó a su pareja.
– ¿Hay posibilidad de que te salgas con la tuya
y Nirac no lo haga, cariño? – Jugueteó
Miwo y señaló a los hombres frente a él–. A mí me parece que esto es serio.
Shava
emitió un gruñido en desacuerdo, dispuesto a castigar a su pareja.
– No es a lo que venimos– la potente voz de Larhz paró la pelea–. La
tradición en Ingraw no permite que un padre intervenga a favor de una relación
o enlace para su vástago. Nuestro hijo debe lograrlo por sus propios medios.
– No es lo que la tradición Morgal dicta– acusó
Shava.
Un
incómodo silencio se extendió ante esas palabras. Los ojos de Shava estaban
clavados en los de Larhz, retándole a contradecirle.
Larhz
suspiró y desvió la mirada.
–
Los modos Morgal son distintos, si. Es un hecho que los reyes no habrían
permitido dar poder de no corresponder a
un joven Pakhupra.
– Me lo contaste– dijo Hidekkel.
– Si. Perdieron totalmente la cabeza– Larhz
frunció el ceño–. Para entonces, un Pakhupra había adquirido mayor valor que la
familia real, pero Madre hizo un último intento por recuperar el interés del
pueblo – bufó –. Mi hermana murió y tuvimos que huir con Yuki en brazos. Si
preguntan mi opinión– Larhz levantó la mano de Hidekkel y la besó – los modos
Ingraw son más elegantes y sutiles.
–
¿A qué se debe su visita? – decidió preguntar Miwo.
–En
su mensaje, mi hijo nos explicó que alguien que atacó a un habitante de Irca,
le buscaba específicamente a él. –explicó Hidekkel.
–Se
refieren a Kanan, el actual Jefe de Derol.
–Le
han dicho a Kneck que se trata de alguien idéntico a él. – Hidekkel se mojó los
labios –. Si eso es verdad, podría tratarse de Tässen, hermano gemelo de Kneck.
–Para
nosotros, es importante comprobar ese dato – dijo Larhz. –Ya que Tarah, la
gestante de nuestros hijos, examinó a Tässen y decretó su muerte.
–
Esto hace posible que mi hijo esté con vida – susurró Hidekkel–. Les pido que
nos permitan confirmarlo.
–No
ha habido reporte de alguna persona parecida a Kneck –dijo Miwo –. El ataque de
Kanan lleva tiempo.
– El mismo Kneck no lo ha visto – reflexionó
Larhz–. No creo que sea algo simple, Hide– le dijo–. Los Ümin han sufrido una
invasión y hubiera sido la oportunidad perfecta para que nuestro hijo nos
buscara. No ha pasado.
– Y está buscando a su hermano para atacarlo–
recordó Shava. – Tarah te mintió, diciendo que estaba muerto– Larhz gruñó–.
Piensa un poco lo que tuvo que pasar todos estos años para que Tässen decidiera
que debía atacar a Kneck y no buscarte.
Hidekkel
gimió.
– Sólo significa más problemas– bufó Miwo.
***
Tässen
no era tonto. Los Ümin lo trataron con desprecio, menospreciando su genética;
lamentando una y otra vez que no hubiese heredado caracteres poderosos y
extraños.
Escapar
de ellos fue un logro.
Había
sido impulsivo y hasta descuidado al atacar a ese desconocido en Irca. En ese
momento le pareció totalmente justificado, ahora tenía que admitir que fue una equivocación.
Luego
del evento que evidenció su presencia, Tässen se mantuvo oculto simplemente,
dedicándose a observar.
Observar
era muy importante ya que le había dado bastante información interesante. Para
empezar, había tenido que comprender las enormes diferencias entre la cultura
Ümin e Irca. Gracias a sus observaciones, podría caminar en la aldea con tranquilidad
y conocer mejor a sus integrantes.
Le
llamó mucho la atención la dinámica de los Pakhupras con sus prácticas de
cacería. Había un derroche de habilidad que le gustó bastante.
Los
Ümin no cazaban. Conseguían sus productos de primera necesidad utilizando sus
robots especiales, por eso dedicaban su tiempo a mejorar la tecnología que
tanto les gustaba y así, profundizar en todas sus investigaciones.
El
problema de Tässen eran las investigaciones, fue la constante de su vida, desde
su infancia todo acompañado con los fríos comentarios respecto a su falta de
habilidades genéticas.
Cuando
Tässen era niño, no entendía bien a lo que los científicos se referían. Ahora,
ya no era un niño y, Tässen no estaba seguro de comprender. Afortunadamente ya
no le importaba.
Los
intereses actuales de Tässen, estaban concentrados en su hermano gemelo Kneck.
Sus
padres habían elegido a Kneck. Tarah había ayudado a sus dos padres a tener descendencia
pero, ella pidió a uno de los bebés. Sus padres se quedaron con Kneck.
Tässen
había estado observando a Kneck desde que llegó a Irca. Siempre oculto ‘desde’
las sombras; atento a cada acción y ademán que Kneck revelaba, viendo a las
personas con quien él interactuaba, así como su entrenamiento.
De
hecho, Tässen estaba particularmente interesado en el entrenamiento. Ese
momento en específico marcaba un cambio interesante en su gemelo; Tässen podía
decir con seguridad que su hermano tenía más interés en compartir tiempo con su
entrenador.
Refiriéndose
al entrenamiento; su hermano poseía ciertas habilidades, pero aún no tenía buen
dominio de la habilidad de su cabello. Eso le parecía extraño a Tässen.
Unas
fibras capilares sin dominar, representaban una seria debilidad para un
Ingrawn. A Tässen le apresuraron a establecer un pronto dominio de su cabello
para no entorpecer los experimentos; además fue un alivio no sucumbir ante
cualquier contacto en su cabello y lo próximo fue lograr hacer uso de ello a su
favor.
Kneck
estaba haciendo buenos avances, pero parecía más interesado en verse bien para
su mentor.
Tässen
había atacado a ese desconocido en Irca porque le urgía encontrar a Kneck; eso
era lo único que estaba dispuesto a complacer sobre la curiosidad de los Ümin.
Los científicos solían hacerse preguntas sobre su hermano gemelo: ¿Tendría las
mismas habilidades? ¿Tenía la misma carencia genética? ¿Cómo podrían
investigar? Bueno, Tässen había observado lo suficiente para responder alguna
que otra cosa; para empezar, Kneck y él no poseían las mismas habilidades en
combate; Kneck parecía haber privilegiado su lado cazador; era un Ingrawn… Él,
en cambio, era más Ümin, por así decirlo, ya que ningún Ümin veía bien sus
habilidades en combate.
Si
los Ümin lo vieran sobrevivir en Irca todos esos días, lo felicitarían. El
propio Tässen encontró muy útil que su hermano fuera idéntico a él, y pudo
obtener suministros. Lo único de lo que podía quejarse era de la estadía fuera
de Irca, aunque pudo instalarse en una cabaña solitaria, siempre al pendiente
de no ser descubierto.
Era
ahora que Tässen se sentía listo para ejecutar el siguiente paso: acercarse al
Pakhupra que entrenaba a su hermano. Ya había practicado los toscos y
cuestionables modales que tenía Kneck y podía estar seguro de no ser
descubierto. Incluso había acortado su cabello para no ser descubierto y ahora
observaba al joven, que caminaba hacia el río, acompañado de un familiar suyo.
Era
tiempo.
Tässen
hizo un último chequeo de los detalles y avanzó cuando estuvo seguro que tenía
todo cubierto. Avanzó hacia los dos hombres, quienes voltearon a verlo y le
saludaron al instante.
Fue
raro, la verdad. A Tässen nadie lo había recibido de esa manera, pese a su
turbación, llegó hasta los dos hombres, quienes preparaban las herramientas
para pescar.
–
Pensé que estarías ocupado– recibió Nirac, revisando la red–, la aldea es una
locura y todos parecen ocupados.
–Sientes
eso porque sigues soltero– se burló Dac, el único que había accedido a
acompañarle.
– Tener pareja no implica dejar de comer– gruñó
Nirac –. Nuestros padres son excelentes cazadores.
Dac
se encogió de hombros y le dio a Tässen la carnada, el hombre entendió y se
acercó a lo profundo del río para comenzar a lanzarla.
– Mejor no quieras saber cómo eran mis abuelos
recién enlazados– se burló Dac.
Nirac
hizo un gesto osco y caminó en dirección de, quien pensaba que era Kneck, que
lanzaba la carnada.
– Con eso basta, Kneck– le tocó para apartarlo
un poco y lanzar la red. Estuvo esperando y observando, hasta que se percató de
que Kneck le miraba intensamente – ¿Qué? – decidió preguntar.
–
Tú aroma…
– ¿De nuevo eso? – se quejó Nirac.
–
Escuché que a mi tío Gyan le pasó algo similar– dijo Dac –, a lo mejor es tu
caso.
– Yo no huelo nada, cómo pasó a mi hermano
mayor– dijo Nirac y volteó hacia su sobrino – ¿Cómo manejas tres? Ya me parece
difícil imaginar a Gyan con dos.
– Lo dices como si yo hiciera todo el trabajo–
bufó Dac y una sonrisa apareció en su rostro–. Si tienes tanta curiosidad,
busca más participantes en tu siguiente celo.
– No– se opuso Tässen, llamando la atención de
ambos.
– Cierto– acordó Dac–, si Kneck está tratando
de enamorarte, será difícil verte elegir otro compañero sexual.
Tässen
tuvo que apretar los labios al entender lo que estaba pasando.
– Que molesto– se quejó Nirac, mirando los
movimientos de la red–. Que me caiga bien y tenga curiosidad por sus conexiones
capilares, no significa que me vaya a enamorar.
– Es verdad– convino Tässen y miró a Dac–, que
lo estén atosigando continuamente con mi interés amoroso, juega con mis
intenciones, aunque no sea yo quien le provoque esa sensación de molestia.
–
Vaya – Nirac lo miró complacido –, eso que dices explica precisamente lo que
está ocurriendo
–
Fui un tonto al no darme cuenta antes – Tässen se encogió de hombros.
–
¡Así es! – Nirac miró a su sobrino con ánimo – Mi familia parece estar ayudando
a Kneck, pero es lo contrario.
–Me
encargaré de hacérselos saber – Dac sonrió.
El
ambiente se tornó más agradable y los tres se encargaron de los peces
atrapados.
A
Tässen le pareció curioso notar lo fácil que las cosas podían cambiar; se había
acercado a ese Pakhupra con la firme intención de utilizarlo y lastimar a su
gemelo. Bastaron unos minutos y un aroma, para hacerle entender que eso ya no
sería recomendable. Aunque nada lo obligaba a establecerse con el dueño de ese
aroma, la realidad es que sí quería. Además que las palabras de los Pakhupra
habían revelado importante información: ese aroma también había sido percibido
por Kneck.
***
Lian
no quería apresurar nada, pero siempre había tenido la firme idea de que
bastaba un sutil movimiento para comenzar cualquier cosa; buena o mala; lo
comprobó con la primer insinuación que le consiguió al primer amante.
Claro
que también tuvo que poner más atención en los pequeños detalles que otros
ignoraban, analizarlos y sacar ventaja de ellos. Fue eso lo que lo puso un paso
delante de Padre por tantos años.
Lian
se sabía inteligente, aunque prefería no presumir de ello; había visto los
problemas de sus primos cuando presumían demasiado… mejor permanecer con un
perfil bajo.
Precisamente
gracias a eso se dio cuenta que estaba presionando a Noah. No lo hizo a
propósito claro, pero estaba ocurriendo. Y por mucha paciencia que su pareja
pareciera tener, era mejor no provocar nada feo y dejarle relajar un poco.
Por
eso estaba ahí, con Yuen.
Yuen,
sin embargo, lucía diferente.
Más…
–
¿Se puede saber que demonios haces? – se quejó Lian, y se apartó de una de las
chicas que había tratado de analizar.
–
¿De qué hablas? – Preguntó Yuen –. No estoy haciendo nada. Lian bufó y se
inclinó para mirar más de cerca la pupila de la chica. De reojo, vio que Yuen
volvía a moverse, como si deseara observar el mismo sitio.
–
¡Lo has hecho de nuevo! – Lian se incorporó y enfrentó a Yuen – ¡Puedes
observarla tú mismo! Si quieres.
–
¡¿Qué?! ¡No! – Yuen gruñó – ¡Yo no voy a descubrir nada!
–
Te acercas a Xara, cada que tu primo trata de examinarla – informó Aer. A
comparación de Yuen, él se había quedado en una esquina, de la que no se había
movido desde que se inició la exploración –. Estás nervioso.
–
No hago eso – se quejó Yuen.
–
¡Lo haces! – Lian gruñó y le apuntó –. No voy a hacer nada con los nervios
alterados.
–
¡Ya venías con los nervios alterados! – Ironizó Yuen – ¡A ver si vas por tu
Noah y follas!
–
Lenguaje – regañó Aer, mientras Xara soltaba una risita.
–
¡Me largo! – Lian caminó hacia la salida, pero Yuen le atrapó una mano –
¡Suéltame!
–
¡Prometiste ayudarme! – se quejó Yuen. – Yo no tengo la culpa de que estés
estresado.
Lian
suspiró. Sabía que no era culpa de Yuen.
–
Él es… – dudó Lian – tímido.
–
Ya – bufó Yuen –. Y tú un soberano buscón; te dijimos que era mala idea,
cuando buscaste al primero, sin haber iniciado tu celo.
Lian
gruñó a su primo.
–
Sin ánimo de entrometerme – dijo Aer, tocando un hombro a Xara – creo que
podríamos tener la solución.
–
No vas a follar con Lian – protestó Yuen, mirándolo ansioso.
–
¡Eres un imbécil! – le pegó Lian a su primo.
–
Claro que no – bufó Aer con un giro de ojos – Qué primitivo eres. Me refiero a
que las chicas saben cómo ayudar a relajar a Lian. – Levantó un dedo hacia Yuen
– ¡Sin sexo!
–
¿Eso es posible? – preguntaron ambos Pakhupras con sorpresa, provocando otro
bufido en Aer, quien salió de la habitación.
–
¿De que está hablando? – preguntó Yuen a la joven.
–
Ser los tres últimos machos de nuestra raza era muy estresante – dijo Xara con
gentileza –. Nosotras aprendimos a ayudarles masajeando sus tensos músculos.
Lian
suspiró con un poco de culpabilidad, podría funcionar. Por un momento pensó que
debería esforzarse por relajarse y ayudar a Yuen, como le prometió. Sólo que ya
había tratado de hacerlo sin éxito.
–
Esto es ridículo – se quejó Yuen, mirando a su primo – ¿Cómo es que no has
podido seducir a Noah? ¡Eres capaz de follar con una roca si te lo propones!
–
Es que Noah no es una roca – ironizó Lian.
–
No te estás esforzando.
Lian
soltó una risa y se acercó a Yuen.
–
No soy el único que está sufriendo de estrés por falta de sexo – le aseguró,
justo antes de que Aer volviera con el resto de las chicas, quienes parecían
animadas por comenzar a trabajar.
–
Torso desnudo – ordenó Aer, aunque no era necesario, las chicas lo estaban
desnudando, ante la atónita mirada de Yuen.
Lian
acabó tumbado en una piel, rodeado de las chicas, quienes habían comenzado a
masajear.
La
verdad es que Yuen lo veía más tenso.
–
Sólo espera – dijo Aer con seguridad.
Yuen
no parecía convencido, pero guardó silencio. Quería acabar con todo eso, así
que aceptaría ver que un montón de mujeres frotaban a un tieso Lian.
–
Exagerado – se burló viéndolo tan tenso, aunque seguía sin entender todo eso y
terminó saliendo del lugar.
Aer
se unió a él, unos minutos después.
–
Tu primo se ha dormido – le informó.
–
No va a ser útil dormido.
–
Será útil cuando despierte.
Yuen
bufó, apartando la mirada de Aer, de pronto le pareció de muy mal gusto que
Noah tuviese a Lian en ese estado.
–
¿Es una característica propia de tu raza? – le escuchó preguntar a Aer.
–
¿Qué cosa?
–
La tensión por falta de sexo.
Yuen
recordó a su gemelo y suspiró.
–
Sólo cuando hemos elegido una pareja y no es posible copular con ella – explicó
– Sé que no pasa con todos – recordó a Crein –; al parecer es una
característica modificada debido al abuelo Preston.
Bonito
lío en el que estaban, a causa de los genes, pensó Yuen con ironía. ¿Iba a
pasar lo mismo con Aer?
…
¡Espera!...
¿Aer?
Yuen
sintió que dejaba de respirar y se obligó a resoplar con más fuerza.
Lo
había besado, cierto, pero…
¡¿En
serio?!
–
No suena para nada divertido – dijo Aer con serenidad
–
Llega a ser bastante doloroso – dijo Yuen, con un poco de fastidio y decidió
saber cómo estaría la situación. – Tus mujeres están a punto de ser curadas,
¿qué harás después que eso ocurra?
Aer
pareció sorprendido con la pregunta, aún así tenía muy claro lo que debía pasar
y se lo informó a Yuen.
–
Cumpliré mi promesa, por supuesto – le aseguró –. Di mi palabra. Has terminado
tu servicio conmigo.
–No
has obtenido mi fertilidad – insistió Yuen y Aer se rió.
–
Con todo lo que nos has explicado, dudo que obtenga un descendiente con tus
genes… a menos que te embarace
personalmente.
Cierto.
–
¿Se irán? – insistió Yuen y Aer se encogió de hombros.
–
Ignoro eso – admitió –. No es como si alguien nos espere, de todos modos.
–
Quédate – pidió Yuen.
Aer
se mantuvo en silencio. Era evidente que no había pensado en lo que continuaba
luego de restaurar la salud de las hembras.
–
Irca se ha vuelto un pueblo que protege muchas razas – observó Aer.
–
Todos nos llevamos muy bien – sonrió Yuen –. Hemos aprendido a trabajar unidos.
–
No sé si las chicas quieran.
–
Dijiste que eran libres – le recordó Yuen –, sin embargo ocuparán tiempo para
saber lo que desean.
–
Es verdad, siempre vivimos tras un mismo objetivo y de repente se ha ido. –
reflexionó Aer.
–
Quédate – insistió Yuen, esta vez llamando la atención de Aer –. Esta vez no
exigirás un compromiso por haberme vencido y tratarás de desentrañar mi secreto
de fertilidad.
–
¿Cómo tu amigo? – quiso saber Aer. – ¿Qué estás pidiendo exactamente, Pakhupra?
–
Pido la oportunidad de conocerte mejor, y que me conozcas; convivir, charlar,
divertirnos… enfadarnos.
–
No tienes necesidad de eso – Aer frunció el ceño –, ya tienes muchos amigos.
–
¡Quiero cortejarte! – Yuen fue directo.
Aer
se quedó mudo. No parecía preparado para escuchar eso.
–
¿Por qué?
–
No me preguntes eso – se quejó Yuen –, aún no lo sé, pero realmente quiero
hacerlo.
–
¿Qué pasa si no te gusto? – Aer parecía estar a punto de tener un ataque de
pánico – .Sé que eso no es posible, ya que soy un excelente ejemplar, pero han estado pasando cosas que no me
esperaba, además ¡Me agrada pensar que somos algo así como amigos! – Chilló –
¡Yo no quiero perderte como amigo! ¡Si resulta que no te gusto, dejarás de
charlar conmigo! ¡Me gusta charlar contig…!
Yuen
lo besó.
Fue
la única manera que se le ocurrió para parar su charla nerviosa. Poco a poco lo
sintió relajarse y profundizó el beso cuando sintió sus manos deslizarse por
sus hombros de manera tímida.
Fue
un carraspeo lo que obligó a Yuen a romper el beso y, ambos miraron la pícara
sonrisa de Xara.
–
Lian se ha dormido – informó ella, viendo que Aer se apartaba, luciendo enrojecido
–. Aer se quedará – decidió por su guardián y le guiñó un ojo, volviendo al
interior de la cabaña.
–
Ya me gustas – informó Yuen con una sonrisa –. Quiero gustarte más. Con suerte caerás en mis encantos para mi
próximo celo.
–
¿¡Disculpa!? – Aer lo miró ofendido
–
Soy absolutamente serio con mis intenciones, Aer. Sin embargo, haría bien que
no olvides que hay un celo involucrado.
Aer
lo miró unos momentos antes de suspirar.
–
¿Así que me pides que me quede con la intención de cortejarme, y en un tiempo
corto, tener sexo conmigo?
–
Y en un tiempo largo – agregó Yuen – ser una pareja formal.
–
Lo dices como si fuera un hecho – se extrañó Aer – ¿No decías que yo era
desagradable y creído?
–
Aun eres creído – rió Yuen –. Y vas a conocer cosas mías que no son agradables
tampoco, pero vamos a estar de acuerdo en que gana lo positivo.
–
En verdad pareces seguro
–
Es cosa de familia. Ya lo verás, cuando conozcas más.
–
Bien
–
¿Bien?
–
Me voy a quedar.
Yuen
sonrió y decidió no decir nada.
¿Aer
estaba conciente que acababa de admitir que gustaba de él?
Mejor
no decirle y picar su tonto orgullo.
***
Kanan
jamás había estado en la sala de reuniones.
Sí,
fue amigo de Othok y estuvo a punto de enlazarse con Azarha, pero jamás entró a
ese lugar. Ahora que estaba en ese lugar, reunido con los pocos jefes de
familia que no parecían lo suficientemente ofendidos por su victoria, varios
jóvenes y sus antiguos amigos, encontraba el lugar innecesariamente lúgubre y
frío.
Teno,
padre de Kanan, también estaba ahí. No había dicho nada y escuchaba atentamente.
No
habían hablado mucho tampoco, parecía estarse desarrollando una tensa competencia de miradas donde todos
esperaban entender lo que estaba ocurriendo, antes de atreverse a opinar. Lo
cierto es que todos lucían incómodos y se notaba que no se sentían con la
confianza de opinar.
–
No hay mucho qué decir, de todos modos – la voz de Jadeth se escuchó ante el
repentino silencio, en el cual los Jefes de familia preguntaron sobre los
cambios que se venían ante la llegada de un Jefe con tales gustos en Derol –.
Ya se gestaba el cambio entre los más jóvenes.
–
No más temor y vergüenza – la mirada de Kanan se posó en su padre –. Todos
somos hijos de Derol y deseamos el bien.
–
Somos hijos de alguien – apoyó Gara, quien tomó la mano de su pareja –, el
hermano de alguien…
–
Somos el amigo de alguien – apoyó un alto hombre con una mirada llena de
esperanza.
–
No más odio – pidió Jadeth y señaló a Kanan –. Si el nuevo Jefe de Derol
trabaja para lograr eso, tiene mi apoyo. ¿Qué quedará en mi corazón, si me
obligan a odiar a mí amado hijo, si en un futuro ama a alguien de su mismo
sexo?
–
No queda nada – dijo Teno, devolviendo la mirada a su hijo –. Derol deja de ser
un lugar hermoso, cuando algo te arranca todo lo que te queda.
Los
Jefes murmuraron entre sí.
–
Apoyamos tenerte de Jefe en Derol – dijo uno de ellos, el más anciano –, no veo
que el cambio vaya a ser sencillo o rápido – se puso de pie y soltó una
agradable risita –, pero si te apoyan, joven Kanan; mi propio hijo está aquí.
Así que vamos a echar a andar este nombramiento. – caminó hacia la salida.
Esas
palabras parecieron relajar al resto de los presentes, que comenzaron a
levantarse también.
–
Volveremos para organizar la colecta – dijo uno.
–
Hay que mover a los cazadores – recordó otro.
Los
más jóvenes se animaron y salieron, hablando de salir a pescar para la
celebración.
Teno
se acercó a su hijo, tiró de su mano y lo abrazó. Fue un gesto que tomó por
sorpresa a Kanan, aunque devolvió el abrazo a su padre.
–
Bienvenido a casa, hijo – murmuró el hombre, antes de palmear un ancho hombro y
salir.
Kanan
no pudo contestar. La emoción se le atascó en la garganta.
–
Seremos tus guardianes – dijeron dos amigos de Kanan –. Las cosas han salido
bien, pero sería bueno no abusar de la buena suerte que parece rodearte, Kanan
–
Es buena idea – aceptó Valder y miró de reojo a su nieto, que permanecía atento
a la charla, con la cola paseando de un lado a otro –. Nosotros podremos volver
a Irca.
–
¿Se van? – Kanan miró a Valder con sorpresa.
–
Ya no nos necesitas, la gente te respalda – Gara señaló a los jóvenes que
permanecían en el interior.
–
Pero pensé… – dudó Kanan y su mirada se posó en el atento Ghut blanco.
–
El asunto con mi nieto no se ha resuelto – regañó Valder –; no pretendas que se
solucione, sin que des a conocer tus intenciones.
–
Pensé que ya lo había hecho – murmuró Kanan.
–
Es un niño aún – Gara suspiró –. Vas a tener que visitar Irca más a menudo.
–
Acepto la condición – decidió Kanan.
–
Empieza a portarse como un jefe – ronroneó Valder con maldad, viendo las
orejitas caídas de Xion.
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